Durante los 9 años que llevo trabajando en UDD Ventures he observado un patrón recurrente que separa a los emprendedores que avanzan de aquellos que se quedan en el camino. No se trata de tener la mejor idea, el equipo más brillante o el mayor capital inicial. Se trata del poder de la ejecución, y una ejecución de alto rendimiento según mi visión personal se sostiene sobre cuatro pilares que llamo las "4V": Vértigo, Velocidad, Verticalidad y Ventas.
es la capacidad de operar cómodamente en la incomodidad (soportando esa sensación de estómago revuelto). Los emprendedores exitosos entienden que la incertidumbre no es un defecto del sistema, sino la naturaleza misma del juego. Cuando trabajamos con startups en etapa temprana, vemos cómo los fundadores que abrazan el vértigo —esa sensación de estar al borde del precipicio— son quienes logran aprender a tiempo, experimentar sin miedo y tomar decisiones difíciles sin tener el 100% de la información a la mano. El vértigo no es temeridad; es la voluntad de salir de la zona de confort para entrar en la zona de aprendizaje.
Es el ritmo al que ejecutas y aprendes. En un emprendimiento el tiempo es el recurso más escaso. No se trata de trabajar 18 horas diarias sino de comprimir los ciclos de aprendizaje. Construir un MVP rápido, medir resultados con usuarios reales y aprender para la siguiente iteración. He sido testigo de cómo los emprendedores que logran ejecutar 3 experimentos en un bloque de tiempo determinado versus otros que solo son capaces de realizar uno, son los que primero logran su “product-market fit”. Velocidad no es precipitación sino disciplina a la hora de ejecutar tareas.
Es la capacidad de asumir desafíos difíciles para crecer en ellos (como el escalar una pared vertical). El montañista chileno Cristián García-Huidobro lo dice mejor que yo: "El obstáculo no es la pared que hay que escalar, es el “rollo” que me paso con la pared que hay que escalar". Los emprendedores enfrentan constantemente paredes verticales que superar —financiamiento, regulación, competencia, ventas— y la diferencia entre avanzar o paralizarse está en la cabeza. La verticalidad es aceptar que el obstáculo no está fuera sino dentro de ti pero que cuando corres el velo del temor puedes hacer cosas difíciles que te hacen crecer como persona. Los emprendedores de alto rendimiento miran la pared vertical y dicen "difícil, pero posible". No minimizan el desafío, pero tampoco se quedan mirándolo. Simplemente empiezan a ejecutar.
No es transacción, es relación. El 70% de los emprendedores fracasa por falta de tracción comercial porque confunden vender con cerrar “deals”. La venta relacional B2B —que es lo que enseñamos en UDD Ventures a los emprendedores que pasan por acá— parte de una premisa radical: tu objetivo no es vender, es generar relaciones con otros para ayudarlos. Cuando te enfocas genuinamente en resolver el problema de un cliente, la venta llega como consecuencia natural. Esto implica hacer preguntas incómodas, desafiar supuestos del cliente, incluso rechazar oportunidades que no son buen fit. Los mejores vendedores que he conocido no son los más persuasivos sino los más curiosos y empáticos. Escuchan más de lo que hablan; Co-crean soluciones en lugar de imponer servicios; y construyen relaciones de largo plazo en vez de perseguir transacciones de corto plazo. Esta es mi batalla cultural personal en el ecosistema de emprendimiento chileno: hacernos increíblemente buenos en poner foco ayuda con nuestros clientes y crear relaciones valiosas de largo plazo.
El método 4V de la ejecución startup no es un marco académico que inventé en la UDD sino la evidencia resultante del observar qué hacen diferente los emprendedores de alto impacto que logran construir negocios sostenibles en el tiempo versus los que no. No necesitas ser excepcional en las 4V desde el día uno, pero sí necesitas trabajarlas consciente y disciplinadamente.
Adelante con eso!