La ciencia de datos y las aplicaciones de inteligencia artificial (IA) están viviendo un momento realmente estelar.
La capacidad del uso de los datos para descubrir oportunidades, generar conocimientos significativos y apoyar procesos de toma de decisión goza de una amplia aceptación a nivel mundial, diversas industrias están adoptando cada vez con más fuerza tecnologías disruptivas tales como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la internet de las cosas. Un estudio publicado recientemente por Market Study Report LLC confirma esta tendencia, se estima que el mercado global de plataformas de Data Science tendrá una tasa de crecimiento anual compuesto del 30% hasta el año 2026.
Durante este año también hemos visto como la comunidad científica, algunos gobiernos, los gigantes tecnológicos y diversas startups están utilizando ciencia de datos e inteligencia artificial como herramientas para apoyar la lucha contra la crisis sanitaria mundial. Las primeras noticias sobre esto llegaron precisamente desde China, país donde se inició esta crisis con el brote epidémico detectado en diciembre del año pasado en Wuhan. Hemos conocido usos de IA que abarcan desde la generación de modelos predictivos de la evolución de la pandemia hasta la búsqueda de una vacuna o la creación de tratamientos efectivos para el COVID-19. Entre estas aplicaciones llama bastante la atención el uso que se la ha dado a la inteligencia artificial para acelerar los procesos de secuenciación del genoma del virus, ahorrando a los científicos meses de experimentación e investigación en la búsqueda de una vacuna capaz de contener la pandemia.
Desde China, Corea del Sur y Singapur recibimos las primeras noticias del uso de la inteligencia artificial como herramienta para el control y monitoreo de las políticas de contención y restricción al movimiento. Fue así que conocimos las apps creadas para el autodiagnóstico, el rastreo del movimiento de las personas y la verificación del cumplimiento de las cuarentenas, las cuales están aplicando IA para acelerar y mejorar sus detecciones y estimaciones. Con este tipo de aplicaciones instaladas en los smartphones ha sido posible, entre otras cosas, rastrear el movimiento diario de personas infectadas con el virus, advirtiendo así a las personas que han tenido contacto con ellas en los días previos a la detección de la enfermedad. Pero justamente este tipo de aplicaciones han puesto en la palestra los temas relacionados a la privacidad y la protección de los datos personales. En diversos países se ha iniciado un interesante debate respecto a poner en la balanza el interés colectivo sobre los derechos individuales durante una crisis sanitaria como la que estamos viviendo. Del mismo modo este tipo de aplicaciones nos hace pensar acerca de los dilemas éticos que subyacen al uso de IA. ¿Cómo aseguramos que los modelos entrenados con los datos disponibles no incorporen sesgos o prejuicios ideológicos que discriminen finalmente a los usuarios? ¿Podemos confiar plenamente en un diagnóstico médico realizado con inteligencia artificial si no puede explicar lo que realmente lo llevó a esa conclusión?
Sin duda después de esta crisis continuará el análisis respecto al real impacto que tuvieron las distintas tecnologías utilizadas para contener la pandemia, momento en el cual será necesario profundizar respecto al uso ético de los datos y los diferentes tipos de sesgos que pueden surgir en contextos de emergencia como éste. No obstante, los resultados que estamos observando realmente alimentan la esperanza de que soluciones basadas en ciencia de datos e inteligencia artificial serán capaces de abordar con éxito los principales desafíos globales, teniendo como horizonte proporcionar el mayor beneficio posible a toda la humanidad.