El mundo se enfrenta a grandes desafíos en materia de Telemedicina. Vemos que todos los países están analizando cómo reforzar sus sistemas de salud y conectividad para enfrentar una nueva realidad, que nos presenta el reto de conjugar innovación y, sin duda, inversión tecnológica para alivianar la carga de las redes sanitarias a nivel global.
Una arquitectura tecnológica de salud robusta para enfrentar la evolución de esta situación, es una opción que muchos países ya están implementando. Un sistema sanitario que corre sobre una estructura inteligente de telemedicina y sobre hospitales totalmente digitalizados, es un tremendo alivio para el stress del aparato público y privado. La atención a distancia de consultas no críticas, el seguimiento en línea de tratamientos básicos, el manejo eficiente de stocks, alojamiento y revisión de exámenes en la nube, ficha médica unificada, y tantas otras prestaciones le dan un descanso a la red de salud.
Lo cierto es que todo lo anterior, en nuestro país, está medianamente avanzado. Hay grandes empresas y también destacadas startups que han enriquecido la oferta con soluciones tecnológicas para la salud. Por su parte, tenemos un importante porcentaje de profesionales que ya utilizan herramientas innovadoras para cumplir con sus labores de asistencia; y lo más importante, tenemos -y vamos a tener más - pacientes dispuestos u obligados por distintas circunstancias, a evitar un viaje al doctor para conseguir una consulta de rutina, renovar una receta o incluso, obtener un diagnóstico.
No obstante, un salto real en los avances de la telemedicina para un mejor sistema de salud está por venir. La posibilidad de diagnósticos más complejos y operaciones a distancia, van a permitir no sólo optimizar los procesos médicos actuales, sino que también democratizar el acceso a la atención de doctores calificados y especializados en zonas en donde la red de salud llega poco o ni siquiera llega.
Pero lo anterior será imposible de conseguir si no contamos con una carretera de conectividad que garantice un buen ancho de banda y calidad en la comunicación; y, por supuesto, el acceso expedito de toda la población a ésta.
Es así como la necesidad de apurar la implementación de una red móvil debiera ser parte esencial en la consecución de metas de nuestro país antes de terminar este año. Si bien existe un calendario que el Gobierno se ha propuesto para su ejecución, es importante, como ya lo han hecho otros países, imprimirle una prioridad especial dada la experiencia que ha significado la crisis sanitaria, y la incertidumbre casi cierta, de que el distanciamiento social será parte de nuestra nueva normalidad.
Cómo bien dicen por ahí, muchas veces se necesita una crisis para reaccionar. Y es de esperar que ésta no sea la excepción.