Uno de los datos que arrojó el reciente índice de Madurez Digital Virtus (IMDV) es que el 44,9% de las grandes empresas y el 46,3% de las pymes en Chile no han comenzado su camino de transformación digital, cuando, según este mismo estudio, las organizaciones chilenas avanzaron menos de lo esperado en madurez digital que sus pares de otros países.
El Índice de Madurez Digital Virtus (IMDV) es una herramienta enfocada en medir la evolución digital de organizaciones en América Latina, así como también identificar sus principales oportunidades y desafíos frente al nuevo entorno competitivo.
El IMDV es un indicador que se publica de manera agregada, por lo que tus datos y los de tu organización permanecerán anónimos. Esto permite proteger la información de todos aquellos que contribuyen a la construcción de esta medición, promueve la objetividad de las respuestas obtenidas y contribuye a la calidad del estudio.
Sobre el IMDV
Para que un proceso de transformación sea exitoso según el IMDV, deberá ser abordado en base a seis dimensiones que deben ser accionadas de manera sistemática:Experiencia de clientes; Estrategia; Cultura y gestión del cambio; Innovación y nuevos modelos de negocios; Data & Analytics, y Procesos, Tecnologías y Operaciones Digitales.
El IMDV® se traduce en un porcentaje entre 0% y 100%, el cual se obtiene en base a la evaluación de las seis dimensiones previamente descritas y se cataloga dentro de cinco etapas de desarrollo:
Análogo: IMDV® entre 0% y 35%
Inicial: IMDV® entre 35% y 55%
Medio: IMDV® entre 55% y 75%
Avanzado: IMDV® entre 75% y 90%
Digital: IMDV® entre 90% y 100%
Los datos sobre Chile son interesantes no sólo porque denotan lo que falta, sino que porque dan luces del mayor desafío que implica la transformación y digitalización: el cambio en la cultura interna necesaria para iniciar ese recorrido.
Para comprender la dimensión de la transformación digital, es prioritario entender que esta comienza con una transformación cultural, y como sabemos, la cultura es un espacio que abarca costumbres, códigos, hábitos, e incluso creencias. En efecto, las organizaciones que no han comenzado el camino deben entender que una modernización que apunte hacia la transformación digital debe ser integral.
Esto nos lleva a entender a la transformación digital no como un destino donde las organizaciones pueden llegar y decir “ya me transformé en una empresa digital”, sino más bien como un camino continuo que debe ser recorrido desde “adentro”, y que conlleva el desarrollo y trabajo cultural de cada una de las áreas y personas que participan en una empresa, para que el uso y la evolución de la tecnología generen cambios que se vean reflejados en beneficios para los colaboradores y clientes finales.
Fuente: America-Retail
Fuente: Somos Virtus