Catalina Vega, Líder de la Red Ángeles UDD, comenta sobre las bondades y desafíos de las startups SaaS para las soluciones a dolores de grandes empresas en la columna de opinión publicada en Diario Estrategia.
Chile ha dado el batatazo en soluciones SaaS en los últimos cinco años, acelerados por los efectos de la pandemia y las brechas de la escasa digitalización de las empresas en Latam. Además, los denominados Software as a Service (SaaS), es decir, negocios donde sus creadores no se dirigen al usuario final, sino que ofrecen su tecnología a otras empresas para que estas éstas puedan mejorar sus productos y servicios, poseen características particulares que permiten una rápida iteración y pivoteo que se ajuste a las necesidades de las compañías.
Asimismo, una de las ganancias más importantes del modelo SaaS es que permite a las startups contar con una estrategia de precios y monetización muy flexible, otorgándoles agilidad en su funcionamiento, para que así puedan concentrarse en su flujo de operación y costos. Al no tener que enfrentar las preocupaciones de los emprendimientos que tratan directamente con los clientes, los fundadores y trabajadores tienen la libertad para enfocarse 100% en la escalabilidad del negocio, las nuevas alianzas o la redirección de las soluciones.
Sin embargo, elegir el modelo SaaS como emprendimiento también implica desafíos. El más relevante tiene relación con validar la tecnología para que las empresas ya consolidadas crean en la startup y estén dispuestas a usar su propuesta. Un ejemplo muy concreto es el caso de NotCo y el algoritmo que desarrolló y perfeccionó para generar recetas de alimentos a base de plantas. Antes de convertirse en lo que son hoy y generar alianzas con gigantes de la industria, debieron validar su propuesta con una NotMilk, una NotMayo y una NotMeat.
Según un estudio de Research Nester Pvt. Ltd, se prevé que el mercado de SaaS alcance en Latinoamérica un aumento anual compuesto de 28% entre 2019 y 2026, lo que se ha visto reflejado en que la inversión de esta área con un incremento de casi US $2 mil millones en 2020. En Chile, del 160% de crecimiento de la presencia de startups, las que se dedican al desarrollo de SaaS acumulan el 90% de la inversión.
Sobre este punto, recibimos la buena noticia de la aprobación de la nueva Ley Fintech, que fue despachada en octubre por la Cámara de Diputados y que anticipa grandes cambios en el mercado al contar con un marco que permitirá regular el funcionamiento completo del ecosistema de empresas tecnológicas ligadas al mundo financiero, dejando a Chile como un lugar perfecto para abrir camino a una competencia que beneficia al consumidor.
La nueva ley trae algunas innovaciones como la disminución de las barreras de entrada para las startups tecnológicas, fijando derechos y deberes para los servicios en aspectos claves, para que esta industria pueda consolidarse a nivel local e internacional, lo que a su vez generará mayor dinamismo y competencia entre emprendimientos y empresas tradicionales, también el acceso a créditos y financiamiento con la data correspondiente. Los usuarios también se verán beneficiados, ya que podrán acceder a más opciones y mejores precios debido al ingreso de nuevos actores y los bancos tendrán menor poder en los precios de los productos.
Las startups del modelo SaaS están demostrando su enorme potencial de crecimiento nacional e internacional. FinteChile estima que actualmente existen cerca de 260 empresas fintech en Latinoamérica y en los próximos dos años, nuestro país podría contar con alrededor de 400 de ellas, concentrando un polo de innovación inédito en el Cono Sur. Se trata de una tendencia que llegó para quedarse y que representa una gran oportunidad para la región. Quienes trabajamos en el mundo del emprendimiento tenemos claridad de apoyar e impulsar a las empresas que están recién comenzando, pero no es suficiente. Debemos traccionar a más mentores, inversionistas, y sobre todo convocar al talento femenino, que representa poco más de la mitad de las ideas disponibles en el país y Latam.
Mientras más condiciones generemos para que este mercado madure, más innovadora y dinámica será la oferta de valor de la economía chilena hacia el resto del mundo.