Con la actual crisis de salud que se vive debido al COVID-19 a nivel global, el escenario que enfrenta la economía mundial sin duda es complejo. Dado lo anterior, a nivel local es probable que muchas pymes y startups no logren sobrevivir. Y es que el desafío es mayor, las posibles soluciones en las empresas deben ser aplicadas con planificación y pensando en resultados que se mantengan en el tiempo. Esta es una oportunidad propicia para generar cambios, modificaciones estructurales en la forma como concebimos, y percibimos, el trabajo y los procesos productivos.
En este sentido, la transformación digital de las organizaciones toma hoy un rol fundamental, situándose como un proceso necesario para integrarse a la nueva era. Dada la contingencia actual, las empresas se están viendo presionadas para acelerar su transformación mediante herramientas como el teletrabajo, las ventas online, el uso de inteligencia artificial, solo por mencionar algunas. En cambio, a las organizaciones más tradicionales (de cemento y ladrillo, como las llaman los norteamericanos), les cuesta más dar ese paso hacia la transformación, dado que han tenido buenos resultados haciendo las cosas como las han hecho… hasta ahora.
Por otro lado, las empresas que sobrevivan lo harán en la medida que puedan cambiar sus procesos productivos y sus modelos de ingresos, tendiendo en el largo plazo a buscar convertirse en una empresa gestionada por datos (data-driven management). Esto debido al enorme capital que entrega manejar métricas, impacto, y proyecciones, por nombrar algunos factores de connotación estratégica.
Por otro lado, las empresas que sobrevivan lo harán en la medida que puedan cambiar sus procesos productivos y sus modelos de ingresos, tendiendo en el largo plazo a buscar convertirse en una empresa gestionada por datos (data-driven management). Esto debido al enorme capital que entrega manejar métricas, impacto, y proyecciones, por nombrar algunos factores de connotación estratégica.
En medio de este contexto, esta pandemia, en mi opinión, se termina transformando en un "nudge" (en palabras del Nobel de Economía Richard Thaler), un empujón para impulsar y acelerar la transformación de nuestras pymes tradicionales y grandes corporaciones, ya que obligatoriamente deberán adaptar sus modelos de negocios a esta “nueva normalidad”, de lo contrario, muchas desaparecerán en el corto y mediano plazo. Una semana atrás leía sobre una banda de músicos chilenos que estaba vendiendo tickets a $4.000 para su concierto a realizarse por streaming, y reconocidos restaurantes capitalinos que están viendo utilizar sistemas de reparto a domicilio “sin contacto con cliente”. A esto me refiero con la palabra transformación.
Escenarios como el actual muestran que sin duda existen falencias, pero también nuevas oportunidades de negocio, y que difícilmente una organización podrá hacer frente a nuevas contingencias sanitarias en el futuro como la que el mundo está viviendo si no logra transformarse. Si queremos llegar a ser un país desarrollado, similar a Singapur, Corea del Sur o Nueva Zelanda, por nombrar algunos ejemplos, tenemos que pensar en modificaciones estructurales a mediano y largo plazo que estimulen la complejización de nuestra matriz productiva en los próximos 30 años. Pensar a largo plazo, e ir concretando objetivos de corto plazo, es clave para transformar nuestros motores generadores de ingresos a nivel país de manera creciente y sostenible.
Una vez que demos por superado este capítulo del COVID-19, estimo que entraremos en un nuevo ciclo económico basado en nuevos modelos de negocios, nuevas tecnologías que soporten nuestra forma de trabajar, y nuevos procesos productivos que cambiarán para siempre nuestro sistema económico, donde el ser productivo y el ser humano vuelvan a ser uno solo.
FUENTE: El Mostrador